CR35
(28.03.2017, Georgia, USA)
SIETE
CUENTOS DE AMOR: (5) EL REENCUENTRO
Siempre cuando los
amores se pierden es posible el olvido
Caminaban sin
poder mirarse después de tres años de apasionados amores adolescentes
Sin decir palabras
se dijeron adiós sin saber por qué lo hacían para alejarse hacia unas vidas de
misterios y ausencias
Al menos eso
creyeron en ese momento de dudas propias del enamoramiento emocional y
aterradoramente pasional de los jóvenes amantes
Donde todo se
expresaba sin límites y los sabores la piel y los olores eran el contenido que
todo lo llenaba
Ella caminó hacia
la universidad donde siempre tuvieron lugares para jurarse amor eterno entre acogedores
matorrales que parecían selvas con flores violetas que eran eternas
Él se fue errante
por los espacios de las calles tropezando torpemente con los pastelones impertinentes
con pensamientos tristes sin destino
Un día cualquiera
en la reunión de dirigentes estudiantiles el amigo jugador de ajedrez le
susurró al oído ella viene a la reunión es presidenta del centro de alumnas de
su colegio
Esa abierta
complicidad le incomodó porque le asignaba un control indebido sobre ellos
aunque hubiese transcurrido un largo año de ausencias
La reunión fue muy
rápida ya que él la dirigía proponiendo rápidas acciones para finalizar
prontamente
Al salir preguntó
vas hacia la universidad como siempre
Ella le miró con
una leve sonrisa cómplice sin contestar palabra alguna
Caminó a su lado
sólo escuchando los pasos y las respiraciones de ambos
De pronto de
manera imperceptible sus brazos rozaron sus pieles y todo se transformó en
emociones intensas y rubores del pasado
Al llegar
acordaron encontrarse el otro día en la tarde frente a la laguna de los patos
Él alcanzó a
llegar anticipado por el ansia del reencuentro
Ella se quedó
aislada por la protesta acostumbrada de los universitarios
Los coligues
embanderados de victorias y derrotas y las bombas lacrimógenas de los pacos levantaron una
frontera infranqueable que frustró la llegada
El día siguiente
entre los frescos prados y de testigos los árboles añosos se reencontraron en
un suave abrazo sin palabras que fue regalado de besos tiernos
Se
reencontraron una tarde de abril por siempre.