CSC15 (18.05.2016)
AROMAS
Cuando llegaron por
primera vez a Lisboa lo hicieron después de una larga y atribulada noche que
sufrieron en un tren que venía desde Madrid en el cual un conductor neurótico
se dedicó a increpar insistentemente a los pasajeros de segunda clase para
evitar que durmieran sobre las parrillas que estaban arriba de unos asientos de
madera
Cuando
descendieron somnolientos y cansados sintieron una bocanada de aromas mezclados
en los que el olor amargo de la estación histórica se comenzó a transformar en un
frescor marino que llegaba desde el Río Tajo sazonado con sardinas y angulas
Fueron de la mano por
la rua que nace en el magnífico Portal Fuenterrebollo de la Praça do Comércio caminando
hacia las siete colinas y subieron al elevador metálico de Santa Justa donde
los olores se difuminaron entre hollines
Te das cuenta que
las ciudades tienen olor propio ese olor que es como su identidad más cercana y
característica que te queda refunfuñando en las narices
Recuerdas cuando
estuvimos caminando las calles de Sevilla y afuera de la Plaza de Toros nos
invadió un leve y sutil tufillo a cloaca el que luego se suavizó con los aromas
a gambas fritas calamares a la parrilla y cerveza derramada
Claro que las
ciudades se reconocen por sus olores reafirmó su compañera de viajes
Nuestra ciudad
huele a caracoles de jardín mezclados con caquis maduros más agua de peumo y
sus olores nos impregnan como se te impregnan los olores de frutas caribeñas
cada vez que te perfumas y ese perfume sólo a ti se te impregna con olor caribeño
Segovia huela a
cochinillos horneados y crocantes que se cortan con un plato que luego se
quiebra hacia atrás según el rito que inmortalizó Neruda al lado del acueducto
Y ese olor intenso
y mojado a hierba fresca atada a los árboles caídos en las tierras del sur que
me mata porque quiero morir donde se encuentran los canelos que nacen por
cientos junto al agua ruidosa y transparente que brota horadando la montaña
para aportarnos ese olor neutro y cristalino que invita a morir exuberantes
Te recuerdas
cuando la selva nos arrojaba con sanguijuelas que olían a nuestra propia sangre
y se reían de nosotros atrapadas en nuestras propias pieles transparentes porque
graciosamente olíamos a sangres y transparencias
La Habana huele a
tabaco mezclado con ron puro amarillento y penetrante huele a comidas caseras con
arroz y frijoles negros en los paladares también huele a asfalto derretido y a
mar melancólico en el malecón huele a gentes sudorosas y hambrientas de
horizontes
Y olemos la
fragancia de las gardenias amargas y de las azucenas que aún no sabemos cómo
huelen
Londres huele a full
english breakfast que repleta la nariz a fish and chips que repleta las calles a
sunday roast que repleta los domingos y a custard avainillado que inunda el
deleite olfativo de cualquier trotamundos
Y los vagabundos
huelen a pérdidas y a las ausencias y a melancolía
Bristol
definitivamente huele a chocolates cremas pasteleras y frutas caramelizadas que
salen desde la Patisserie Valerie que está cerca de Cabot Tower y que inunda la
ciudad de aromas dulces y alegres hasta el puente colgante de Clifton
Curiosamente mientras
caminaban de la mano recordaron que les costó identificar los olores de Utrech
y La Haya ya que olían a limpio a riachuelos congelados e inocuos a casitas de
cuentos alargadas y enfiladas en callejuelas enfermas de ordenadas coloridas y
serpenteantes siguiendo los angostos canales entonces habían más colores que
olores
De pronto se
dieron cuenta que a veces también algunas ciudades huelen un poquito a mierda
de perros vagos y a estiércol de carruajes citadinos como en Viña del Mar
Recordar a Madrid
fue recordar a Marcelino el de las mesitas con manteles rojos y sombrillas
blancas en la Plaza Mayor donde competían sus aromas a salpicón de mariscos y
morcillas confundiéndose con los de la señora Judith y sus solomillos humeantes
y pudines
Y París
París huele a
bohemia erótica a vinos en jarras a barcazas de madera en las que habitan los
solitarios a catedrales antiguas a museos modernos y a boulangerie
Y huele tan bien
el pan amasado del almacén de la esquina que en las tardes nos espera
calientito para fundirse en una paila de huevos con morrón cocido
Y huele tan mal el
olor a cicuta el olor a intestinos dormidos el olor a indiferencia a mezquindad
a mediocridad y a muerte en los cementerios
Lo curioso de las
mezclas es que es posible encontrar juntos los aromas de las flores con los
estertores de la muerte
Y se siente tan
bien la combinación de aromas de un vino pipeño rústico enrarecido y amenazante
y la conjunción del bouquet de un ensamblaje negro que combina el dulce y el
agrio el salado y el amargo que es capaz de dejar en la nariz cientos de
hermosos e interminables matices
Boston
definitivamente huele a puerto entreverado en pasillos de maderas donde es
posible impresionarse con una inmensa pata de cangrejo que convive con una
mazorca de maíz asado y camarones gigantes que juguetean con patatas cocidas
que vaporizan olores sometidos en una vasija de lata que lo condensa todo y que
grita por aromas fermentados de cervezas negras
Y caminando de la
mano y hablando de olores recordamos los aromas mezclados a fuego lento de la
canela de los clavos de olor y del azúcar quemada como caramelo los que
impregnaban la casa de la abuela cuando nos regalaba postres de invierno
Alcalá de Henares
huele a una extraordinaria mezcla de universidades ancestrales escritores
famosos y callejuelas medievales impregnadas de aromas a churros y lenguados
cocinados al vapor
E imaginamos en
nuestros sueños errantes que Moscú huele a coles húmedas mezcladas con vodka
con aroma a miel y que en China se combinan los aromas a especias rojas y
verdes con fritangas en las calles que en el amazonas huele a mandioca y a
pirañas sangrantes y que en los pueblos de África todo huele a nuez moscada
canela jengibre y azafrán
Y recordamos la
inaudita pérdida de la capacidad de oler con las malditas alergias resfríos y
persistentes sinusitis que agobian
Que ausencia de
aromas que ausencia
Imaginamos que en
Isla de Pascua huele a sensualidad a lejanía a lomitos frescos de atún servidos
en hojas de plátano y huele a miradas perdidas de los blancos ojos
Y siempre nos ha
embrujado el olor a nietos blanquecinos graciosos y ágiles
Y en República
Dominica huele a todo huele a mulatas candentes con ojos que te fijan la mirada
a muchas frutas combinadas con humores etílicos huele a botes húmedos huele a
pechos desnudos y sudorosos y huele a inmensos peces espada colgados en las
quillas de los botes
Y México huele
histórico y violento a tequila banderitas golpeados tortillas tamales y comidas
de muertos
En Costa Rica huele
a tostones patacones gallo pinto olla de carne y casado y también huele a
cariño a mangos chorreados huele a amistad y a pura vida
Y acá nos acostumbramos
al olor de las araucarias y los piñones de las manzanas y los membrillos de
nuestras cazuelas y picarones al olor de nuestros rincones
Y los aromas de las
mujeres amadas están por sobre todos los aromas porque son mezclas de olores de
amores tiernos de amores apasionados de amores rabiosos de amores furtivos de
amores perdidos de amores eternos
La acompañante del
viajero sin decir nada se inundó de aromas
Así todo a la vez comenzó
a oler tierno apasionado rabioso furtivo perdido y eterno.