CSC26 (23.09.2016)
LA POSESIÓN DE BACH
LA POSESIÓN DE BACH
(En honor del pianista chileno Eugenio Urrutia-Borlando)
Siendo un niño un día cualquiera posó sus dedos sobre unas teclas blancas y negras que sonaron con sorpresivo estruendo
El piano había estado ahí desde siempre pero nunca con la tapa abierta del teclado como para que se pudiera encumbrar en sus pequeños pies hasta poder alcanzarlo
Aunque un tanto asustado se asombró de los sonidos metálicos que reverberaron en sus oídos y una cierta fascinación que nunca había sentido se apoderó de él atrapándolo para siempre
Su padre lo condujo por la teoría y armonía musical llegando a tocar en la orquesta universitaria a los once años entre el estupor de los envejecidos músicos y la admiración de un público incrédulo
Se fue al extranjero como tantos talentos que emigran para poder vivir del arte sin pasar penurias tocando en las galerías de las tiendas en las esquinas de las calles o en las estaciones de los trenes
Al igual como emigró ella a los diecinueve años con su violín bajo el brazo para no regresar jamás
Y ahí lo teníamos ahora transcurridos los tiempos y amansados los espíritus parado junto al piano de cola con una mano sobre el teclado y haciendo una sobria reverencia al público como agradeciendo porque le fuimos a escuchar
Nosotros debimos incorporarnos de nuestras cómodas butacas y todos al mismo tiempo haber agachado nuestras cabezas agradeciendo sus horas sus días sus años de solitaria dedicación al cultivo del talento
Sin el talento el tiempo que es vida y la amorosa emoción que regala la música no hubiese ocurrido nada
No se habría producido el viaje de retorno a su tierra no se habría organizado el concierto no se habrían impreso los programas nadie estaría ahí expectante ante la aparición mágica y cadenciosa del sonido evocado de un Bach que resistió la muerte para hacerse eterno en los umbrales de la música
Efectuada la impropia genuflexión con un tranquilo giro se sentó frente al piano y comenzó a tocar sin grandes aspavientos ni exageraciones corporales
Sólo dejó que el suave sonido de las percusiones naciera lento ingenuo y cándido como exigiendo atención plena de los impertérritos que al comienzo no agachamos nuestras cabezas en señal de admiración y respeto
Cuando sentí que mi cuerpo era invadido por una especie de sopor donde las piernas flotaban la respiración no existía y los brazos habían dejado de tener sentido opté por cerrar mis ojos y dejarme llevar más que por la música misma por las sensaciones inesperadas que comenzaron a inquietarme
Entonces comprendí la lucha humana y perversa que estaba detrás de la imagen próxima del pianista ejecutando a Bach de manera sobria e inspirada
Descubrí el drama que ocurría y que nadie veía cuando la música invade y desafía a los músicos provocando una posesión maléfica y benevolente a la vez
Era una conjunción contradictoria de fuerzas malignas y bondadosas que luchaban entre sí robando y engullendo notas y acordes los entes malignos y haciendo flotar y fluir las armonías los seres buenos
Por un lado fluía de memoria la música aprendida y perfeccionada en el tiempo de la vida y cultivada en el talento y la delicada dedicación y por otra emergía la posesión confusa y exasperante de las fuerzas malas que querían destruir la obra y la resistencia de las energías positivas que se debatían entre las teclas y las notas musicales fluyendo los acordes contrapuntos y armoniosas notas que devoraban pedazos del alma
La inspiración ganaba a ratos y se mezclaba con los momentos de dudas de esas que no luchan con la técnica ni el talento sino que son las que se sofocan en lo más profundo de las emociones las alegrías y las penas que inundaban la ejecución de las variaciones de Goldberg los preludios de coral y las apropiaciones de Busoni
Advertí unos hilitos transparentes e imaginarios que eran maniobrados con destreza por ángeles escondidos tras bambalinas y entre los focos que iluminaban desde las alturas donde estaban ocultos
Movían sus dedos como lo hacen los magos con sus marionetas creando atmósferas mágicas que nadie ve pero que se mueven creando compases y sentimientos
Y los genios malignos que querían desconcentrarlo estaban ocultos entre los negros y gruesos cortinajes que colgaban a sus espaldas abriendo sus enormes fauces porque querían atrapar las notas que flotaban para hacerlas perderse en profundos hoyos negros estelares
Ellos resoplaban hacían muecas y musarañas movían las cortinas asustando a algunos que tosían en la audiencia o un par que se retiraban porque tenían cuestiones más mundanas que hacer renunciando a presenciar esta lucha entre espíritus buenos y genios malévolos
Era entonces cuando un grupo de numerosos querubines lograban hacer cantar a unos colibríes que revoloteaban alrededor de su cabeza y todo fluía todo era música misticismo y encanto
La música fluía y los sentimientos se agolpaban chocando entre sí evitando ver la magnífica contienda que atentaba y libraba la música
Concurría en el teatro la máxima expresión del ingenio y la imaginación humana derrotando lo malo de la vida y permitiendo el triunfo de lo bueno
La posesión de Bach embrujaba y agobiaba espíritus humanos hasta agotar lo más profundo e ignoto de las pasiones para hacer prevalecer la pulcritud de la ejecución y la magnificencia de los sentimientos
Porque no es posible ejecutar a Bach sin combinar graciosa y delicadamente la técnica el talento la perseverancia y los sentimientos más profundos de un hombre que ama la música tanto como para consagrarle su vida
El embrujo de Bach se posesionó por siempre en él y toco posicionado en su espíritu
Todos aplaudimos tres veces para aclamar el virtuosismo
El repitió tres veces sus sobrias genuflexiones
Ninguno de nosotros se inclinó porque estábamos estupefactos
Y se retiró para dejar dormir a Bach hasta que vuelva a despertarlo para desatar la furia de los genios malignos la nobleza de los ángeles y la caridad de los querubines
Nos paramos y nos fuimos con los espíritus pacificados.