La nueva Pirámide de Necesidades para el Ciudadano Digital:
una propuesta para el análisis
Para diseñar la
propuesta de esta nueva Pirámide de
Necesidades para el Ciudadano Digital, nos pareció interesante contrastarla
con la conocida Pirámide de Necesidades
de Maslow, debido a que las nuevas necesidades postmodernas no niegan las
necesidades permanentes del ciudadano moderno. Lo que sucede es que se incorporan
nuevas necesidades, basadas en una realidad mixta que involucra el mundo real y
el mundo virtual. Estas nuevas necesidades emergen del proceso de creciente
cibernetización de las personas, la sociedad y la cultura. En la medida que una
mayor cantidad de sujetos, entendidos cibernéticamente como sistemas naturales
excesivamente complejos y probabilísticos, se relacionan con otras personas o
instituciones utilizando medios automatizados de comunicación, que son sistemas
artificiales excesivamente complejos determinísticos, se producen en estas
interacciones comunicacionales nuevos complejos tramados de decisiones y de
control para el logro de los propósitos. Estos procesos, propios de la
postmodernidad, requieren de nuevas competencias y la satisfacción creciente de
nuevas necesidades para conformar el perfil bi-dimensional de un ciudadano
digital. Sus niveles de complejidad se incrementan desde los sujetos, la
cultura local hacia la cultura global.
En el primer
nivel de las necesidades individuales,
se sitúa la necesidad de contar con una alfabetización
digital, que les permita a los sujetos utilizar las TIC de manera eficaz,
tanto para acceder a las fuentes de
información, como para ser capaces de administrar
y representar la información. Estos procesos son vinculantes con el
desarrollo y la gestión de los talentos
individuales que contribuyen a la conformación de la identidad colectiva. Las
formas de aprendizaje se modifican porque aparece la necesidad del aprendizaje autorregulado y autónomo,
que desborda los límites de tiempo y espacio de las instituciones educativas
clásicas modernas. La identidad bi-dimensional de estos ciudadanos digitales,
plantea la necesidad de desarrollar una visión
holística y ecléctica de la realidad. La necesidad holística radica en que el ciudadano digital necesita integrar los
elementos del mundo real de las cosas (realidad
tangible) con el mundo de las ideas (realidad
inmanente) y los elementos propios del ciberespacio (realidad virtual). Además, debe ser capaz de desarrollar una
capacidad ecléctica, al verse
enfrentado a la necesidad de identificar y decidir acerca de los componentes
reales, ideales y virtuales que mejor contribuyen en la definición de su
identidad bi-dimensjonal como sujeto, en la conformación de su singularidad cultural,
como integrante de una agrupación humana específica, y en determinar las
características positivas y éticas de sus transferencias de conocimiento a la
cultura a escala humana.
El segundo nivel
de las necesidades singulares, se refiere
a las dinámicas propias que se producen entre los sujetos, entendidos como
agentes culturales y a la conformación de la identidad de la agrupación humana
a la que pertenece. La necesidad más notable es de carácter epistemológico, ya
que el ciudadano digital, para poder desempeñarse eficientemente en las Smart
Human Cities, necesita superar la frontera existente entre la Administración de Información y la Gestión del Conocimiento. La capacidad de
crear constructos intelectuales y/o prácticos y de hacerlos transferibles,
requiere de la necesidad de mediar sus aprendizajes y conocimientos a través de
alguna expresión abstracta del lenguaje. Al lograrlo podrá ser un ciudadano
dimensionado a nivel de su cultura singular, siendo un agente generador de
conocimiento que influye positivamente en los procesos de endoculturación, es
decir, en la reafirmación de la cultura local,
que es la identidad del grupo humano al que pertenece. La ciudadanía digital
emerge desde las ciudades inteligentes, por medio de la gestión del
conocimiento de sus agentes culturales locales, quienes son capaces de
vincularse con otras agrupaciones humanas.
El tercer nivel
de las necesidades globales, se basa
en la inclusión digital. Sólo es
posible ser un ciudadano del mundo si se tienen las competencias tecnológicas y el acceso
a la tecnología para comunicarse. Se crea la necesidad de adaptación a los contextos mixtos reales+virtuales. Esto demanda la necesidad de re-pensar lo conocido, porque las
categorías de la modernidad han sido trastocadas. A las cuatro categorías de la
modernidad largo+ancho+alto+tiempo
cronológico hay que agregarle la virtualidad,
que es la quinta categoría de la postmodernidad. El ciudadano digital ya no
sólo se dimensiona a nivel de la realidad objetiva sino que incorpora la
realidad virtual, lo que lo obliga a re-pensar sus categorías de pensamiento. Esta
es una necesidad absolutamente nueva, propia de la postmodernidad, que se está trasformando
gradualmente en un patrón cultural. Asociado a esto emerge la necesidad de
transferencia del conocimiento. La singularidad cultural de los grupos humanos
es interpelada por las nuevas dinámicas de la cultura a escala humana. La epistemología
singular, situada locamente, se extrapola a una epistemología virtual, que es
conformada por todos los ciudadanos digitales que pueden participar activamente
en la cultura global, porque han ido satisfaciendo gradualmente sus necesidades
digitales básicas a nivel de los sujetos; han gestionado su propia cultura
mediada por las tecnologías y, lo más inédito, comienzan a experimentar
procesos intensos de endoculturación, transculturación y aculturación.