23 de septiembre de 2016

CUENTO RÚSTICO 25: SAN BOSCO ENCAPUCHADO

CSC25 (14.09.2016)
SAN BOSCO ENCAPUCHADO
La Carmencita se liberó abruptamente de sus meditaciones metafísicas y se acercó a la ventana de la sala de doctorado que miraba hacia la pequeña plazoleta universitaria
Su postura undergound característica se enfrentó a una imagen inesperada repleta de jóvenes chillones que bebían cervezas en botellas grandes liaban sus petardos de dudosa calidad y cuando estaban encendidos se los pasaban de mano en mano y de boca en boca emitiendo bocanadas de humos enrarecidos a intervalos como haciendo aspavientos de momentos estrambóticos
Para sentirse libres de toda vigilancia de los guardias y de las miradas celestiales ingenuamente habían encapuchado la estatua de San Juan Bosco para que no les encarara sus conciencias un tanto atolondradas
Tenía el rostro de bronce envuelto en una bolsa plástica negra destinada para la basura como un intento de destacar sus protestas llamando la atención de manera irreverente dejándolo cegado y carente de una mirada inquisitiva hacia los nuevos jóvenes del mundo pragmático
Estaban repletos de reivindicaciones economicistas de corto plazo y lejanos de los fundamentos ideológicos que tanta importancia le dábamos en los años de la universidad roja de América Latina los que no sirvieron de mucho ya que se sumieron en la pérdida de los grandes meta-relatos y de las grandes utopías
Paren el mundo que me quiero bajar Prohibido prohibir El pueblo unido jamás será vencido A desalambrar Crear poder popular eran consignas añejas que se durmieron en el pasado de las luchas y las derrotas históricas aplastadas por la ignominia de los hombres
Ahora estaban en la calle los hijos de la dictadura los que fueron modelados en sus expectativas y aspiraciones viviendo sus vidas universitarias en una insólita mezcla entre un pragmatismo cortoplacista y una alucinante pretensión de jolgorio que deambula entre la previa de los jueves y las borracheras descontroladas de los viernes
Su entusiasmo se combinaba con divertidas actividades casi circenses lo cual era rescatable y comprensible desde la desbordante juventud que les invadía
Sus sorbos de tragos baratos y sus aspiraciones de humos blancos se salpicaban con estudiantes saltimbanquis que hacían malabarismos con pelotitas de colores dominaban báculos de madera que retorcían entre sus dedos habilidosos y una niña bajita bailaba cadenciosa moviéndose en armonías de saltitos simultáneos que se coordinaban graciosamente con unas banderas de colores que ondulaba con sus manos según eran sus pasos de danza
Y las risas juveniles se sucedían con insistencia combinadas con algunos gritos extraños inconducentes
Las risas entusiastas y los gritos con arengas eran la combinación perfecta de una juventud alegre que quería cosas mejores y se divertía con sus deseos sin necesitar grandes contenidos teóricos e ideológicos
Ahora las consignas eran los aranceles las becas los bonos la gratuidad los estándares de calidad combinados con la fiesta dieciochera y las arengas que se sucedían con insistencia
Y se fueron a tirar piedras a los pacos en la pasarela y el humo de los huiros se confundió con el hedor de las lacrimógenas
No se trataba de nuevos ideales ni de nuevos contenidos sociales y culturales se trataba de plata de dinero de prebendas inmediatistas
No era la búsqueda del hombre nuevo de la sociedad igualitaria de los ideales perdidos en las utopías se trataba de plata de dinero y de jolgorio entorno a parrillas improvisadas de choripanes cocinados en los pastos universitarios enjuagados con vinos en cajas de tetrapack
Entre impresionada y nostálgica la Carmencita regresó a su mesa de doctorado para continuar sus meditaciones acerca de qué se habrá fumado Descartes cuando pensó en el genio maligno
El atardecer de rojizos y cielos aplomados se dejó caer ante la ventana e inundó el paisaje de la plazoleta estudiantil
Todos se fueron a sus casas y no sucedió nada más.


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