1 de junio de 2016

CUENTO SEMICORTO 16: SENSORIALIDADES EN CUATRO CUENTOS

CSC16 (25.05.2016)
SENSORIALIDADES EN CUATRO CUENTOS

Se subió al andarivel el más largo que llega a media cima para continuar caminando hacia el cráter del volcán

Nunca había sentido vértigo ni temía a las alturas de hecho esquiaba las pistas interminables y serpenteantes y volaba los aviones sin mayores temores

En esa ocasión al mirar hacia el abismo sintió un estremecimiento frío y profundo percatándose que estaba experimentado un pánico inesperado horroroso y descontrolado

No era porque miraba hacia la profundidad de la quebrada bañada con algunas nieves eternas sino que era una sensación desbordada que le secaba la boca le palpitaba la vida y le demolía la existencia desarmando lo único propio que le quedaba su insignificante humanidad frente a la magnífica montaña

Estaba petrificado sin alternativas ya que bajarse era morir y no quería morir ya que estaba el cráter al que debía llegar

Siempre cumplía sus metas aunque le costara la vida

Al bajarse caminó tambaleante con sus piernas adormiladas y los ojos un tanto desorbitados tropezando torpemente con las piedras y resbalando imprudente por las laderas de magma con materiales piroclásticos desagregados y tefras milenarias

En la cima miró el horizonte entre azulado y blanco de cúmulos sintiendo algo totalmente distinto al éxtasis triunfante que imaginó

Sintió algo nuevo que le redefinió la vida y que no era el resultado de percepciones conocidas sino que era producto de sensorialidades desconocidas

Se sentó en el cráter meditando que esas sensaciones no tenían nada que ver con sus sentidos

Cuando era recién adolescente siempre experimentó la extraña angustia de no saber qué hacer con la primera mujer que tuviese en sus brazos

Varias noches despertó mojado de poluciones amorosas amándola sin conocerla y regocijándose en sus atribulados temores

Qué hacer para sacarle sus ropas explorar sus piernas y romper sus profundidades más lejanas oh qué hacer

Le agobiaba la idea de explorar las lencerías esas intimidades deseosas con las que aparecía en sus sueños esa mujer desconocida pero que estaba ahí presente real y siempre desafiante

Cuando cumplió quince años trabajó como ayudante de cocina en el restaurante de la feria anual

Cada cierto tiempo se acercaba a la barra colaborando para ganar algunas propinas y se rozaban los codos como si nada

Ella ya era levemente mayor de edad y atendía llevando pollos asados y anticuchos

No necesitaron decirse nada se produjo algo inesperado e interminable que no había imaginado nunca en sus atribulaciones anteriores

Ella candente y solícita sin su ayuda dejó caer sus grandes senos blanquecinos aureólicos sobre su cara y él se dejó amar por esas carnalidades expertas sin recordar temores ni lencerías que quitar con sus manos

Fue esa noche completa y misteriosa en que se quedaron en el camastro trasero de la guardia y sus recuerdos se agolparon en amaneceres que se vislumbraron entre tabiques de madera rústica

Las poluciones nocturnas se fueron enrojecidas tristes avergonzadas y erráticas para no volver nunca

Esa sensorialidad liberadora fue un sentido que estuvo más allá de sus sentidos

Estaba en la piscina termal a la que había concurrido insistente en los últimos diez años para luchar contra el dolor que padecía en su cadera desde el accidente aquel

Estaba acostumbrado a esa sensación embriagadora del agua termal que adormece y deja plácidas y relajadas a las gentes

Caminó desde la piscina por el pasillo cementado hacia el canal del mar gélido y se sumergió hasta que sintió que rápidamente su cuerpo se entumecía

Repitió dos veces la rutina hasta experimentar una sensación mareadora que no era la pérdida de referencia del él respecto de las cosas ni las cosas moviéndose frente a él

No era la presión arterial que lo aquejaba ni el ritmo cardíaco que se alteraba ni la falta de aire que lo agobiaba

Era la vida que se iba inexorablemente se iba rompiendo voluntades y deseos

Ya no había olores ni sensaciones ni sonidos ni aromas ni tactaciones

Era sensorialidad pura interna blanca profunda era un sentir ignoto y ciertamente arrogante que le invadió todo hasta desvanecerse plácido y relajado como lo hacen las gentes cuando se bañan en aguas termales

Ese sentir ciertamente no lo volvió a sentir nunca ya que aún no muere

Sólo queda la duda inquietante acerca de ese sentido que estoy buscando que sé que existe pero que aún no encuentro y no sé cómo nombrarlo

Quizás en un cuarto cuento que aún no nace y por lo tanto no siente nada.

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